Ahora después de unas semanas utilizándolo vamos a comprobar si el teléfono aguanta o si por el contrario lo que ofrece se desmorona como un castillo de Naipes. ¿Es un buen teléfono? ¿Funciona como consola? ¿Y cómo rivaliza con el resto de alternativas? Bienvenidos a nuestra primera parte del análisis del Sony Ericsson Xperia Play. Un híbrido de teléfono y consola que podría haber sido algo mucho más grande, no nos engañemos.
Declaración de intenciones
Somos una web de videojuegos, este teléfono nos interesa sobre todo por llegar vendiéndose como un híbrido entre consola portátil y teléfono así que esta primera parte del análisis va a ir dedicada a los aspectos genéricos del teléfono (algunos de ellos también inciden en su percepción como consola) y en la segunda parte veremos qué tal se comporta al pedirle jugar.
Hablar de su grosor, de sus materiales, de su acabado, de la batería, de su cámara de fotos, de su sistema operativo… son cosas secundarias si nos decidimos centrar sólo en su “modo consola” pero vitalmente importantes si queremos conocer el modelo a fondo.
Exterior de otra época
Lo primero que llama la atención de este Sony Ericsson Xperia Play es su tamaño y grosor. Embutidos en una espiral de teléfonos que hacen de todo y que cada vez son más finos el Xperia Play se empeña en llevar la contraria. Es un teléfono bastante grueso (ojo que cuando hablamos de que un teléfono es grueso nos referimos a medidas muy pequeñas), llega a los 16 mm, y bastante grandote que llega a los 165 gramos de peso. Lógico por otra parte teniendo en cuenta que lleva controles deslizables.
No lo comparéis con cualquier propuesta de Samsung, HTC, Apple o la misma Sony Ericsson más actual a nivel de diseño, el Xperia Play parece de hace dos años y eso es inevitable. Luego, al mostrar sus controles PlayStation la cosa se tiñe de otro color, claro.
Los materiales de construcción se merecen su propio punto y a parte. Estamos hablando de un teléfono de gama alta, de esos que valen 600 euros sin subvención de teleoperadora. Así que sería lógico el pensar que los materiales elegidos para su construcción están al mismo nivel. No pido Gorilla Glass y acero como en el iPhone 4, pero sí un mimo y acabado como el que Samsung le da a su serie Galaxy. Es eso que uno siente cuando coge un teléfono de gama alta y dice, sí, qué elegante, qué chulo, qué sensación… me gusta.
Con el Xperia Play no pasa y eso a mi juicio es grave. La parte de atrás está construida con un plástico rígido de una calidad discutible (es lo que más llama la atención), las zonas cromadas resultan ser plástico cubierto del típico tinte que acabará saltando con el tiempo.
La pantalla merece ser tratada a parte también. 4 pulgadas y una resolución de 854 × 480 pixels son más que suficientes para disfrutar de cualquier videojuego y del contenido multimedia que genera el teléfono o nos descargamos de internet. Una buena pantalla, acorde con lo que se podría esperar de un teléfono así, pero que no acaba de convencernos en un punto clave: el brillo.
Extrañamente la pantalla no llega a las cotas de brillo de otros modelos de la propia marca o de la competencia. Dato curioso y que si bien no importa mucho en entornos controlados, se convierte en un engorro a la luz del día. En esas situaciones mejor buscar una sombra bajo la que colocarse.
¿Es una sensación mala? No, pero desde luego no es la sensación que me gustaría tener al comprar un teléfono de gama alta. Esperaba algo más y viendo quién es el fabricante con más razón. Estoy convencido de que en Sony Ericsson podrían haber hecho algo mejor en este aspecto.
Los controles PlayStation, lo mejorcito
Demonios, qué bien funcionan. Aquí hay que quitarse el sombreo y aplaudir a Sony Ericsson por haber conseguido traspasar la esencia de los controles PlayStation al teléfono. El grosor del cacharro, justificado por su sistema de apertura por deslizamiento, esconde un pad completo que se comporta a la perfección con los diferentes juegos que hemos probado.
Botones direccionales, joysticks, los cuatro botones de acción PlayStation e incluso los gatillos (escondidos en un lateral del teléfono) acaban cobrando todo su sentido a la hora de jugar. Es aquí cuando el teléfono libera su poder y hace que nos olvidemos del resto de puntos oscuros de su exterior.
Quizá los que tenemos manos muy grandes, qué le vamos a hacer, nos encontremos un poco incómodos en la posición de juego pero al cabo de un tiempo te acabas acostumbrando y disfrutando de una situación win-win si la comparas con la que ofrecen el resto de teléfonos.
Es lógico, no tapas la pantalla, el control es brutalmente preciso, tienes feedback real o como mínimo el mismo que obtienes en una consola… ¿queda claro que los controles son el mejor acierto del cacharro?
Interior actual y punto
Cuando uno piensa en un teléfono consola lo primero que hace es intentar saber qué especificaciones técnicas tiene. Caramba, en las consolas es importante y ya que acometes una inversión de este calibre como mínimo esperas que la potencia sea la suficiente para seguir utilizándolo dentro de un par de años.
El Sony Xperia Play no se encuentra ni entre los smartphones Android más potentes del momento. Carga un procesador de un sólo núcleo a 1Gz, el chip gráfico Adreno 205 y 400 Mb de ram. Especificaciones suficientes para el año 2010 y para el presente más inmediato pero un poco justas si miramos un poquito más allá.
La batería se comporta bien, como en todos los smartphones actuales incluso cuando estamos dándole caña al modo consola. Necesitaremos recargarlo por la noche si le damos un uso más o menos fuerte durante todo el día y recordad que hablamos de videojuegos, navegación por internet mediante 3G o WiFi, descarga de aplicaciones, música, grabación de vídeo… son cosas que consumen un huevo y parte del otro así que el rendimiento de su batería de 1500 mAh es normal.
Viene con una cámara de 5 megapixels, flash y la capacidad de grabar vídeo en HD, geotagging, GPS… Vamos, lo que tienen la mayoría de teléfonos de gama alta con Android que podemos encontrar en el mercado. De nuevo Sony Ericsson vuelve a apostar por unas características tirando a generalistas y que no buscan sorprender.
La versión de Android instalada, la 2.3 en este momento, se comporta bien, sólo con alguna pequeña ralentización momentánea y con la poca fluidez a la que nos tiene acostumbrados este sistema operativo. En ocasiones rápido como una centella y en ocasiones con lapsos para abrir menús. Como todos los demás teléfonos de una cierta calidad que llevan esta versión de Android. Irá mejorando con actualizaciones y optimizaciones, nada de que preocuparse y nada alarmante claro.
Lo que sí nos gusta mucho es la personalización que han hecho en Sony Ericsson de las capas más altas del sistema operativo. Un diseño elegante, sobrio, funcional, útil… una pequeña joya que contrasta con alguna que otra modificación de fabricante que debería estar penada con cárcel. Es fácil y sencillo acceder tanto a PlayStation Pocket como a Xperia Play, los dos bazares de videojuegos que incorpora.
El primero se nutre de títulos de PlayStation que están siendo portados al teléfono vía emulación y el segundo recoge a los mejores juegos Android certificados para funcionar perfectamente con el teléfono en cuestión.
Características técnicas y especificaciones
• Características del Sony Ericsson Xperia Play
• Sistema operativo: Android 2.3 (Gingerbread)
• Procesador: Scorpion ARMv7 a 1GHz con GPU Adreno
• Dimensiones: 119×62×19 mm.
• Peso: 175 gramos
• Resolución de la pantalla: 480×854 píxeles.
• Panel LCD de 4 pulgadas con tecnología capacitiva
• Almacenamiento: 400 MB, microSD de hasta 32GB.
• Cámara: 5,1 megapíxeles.
• Conectores: MicroUSB y 3,5mm jack
• Bluetooth, A-GPS, Wifi n
Resumiendo lo que tenemos por fuera
Es grande y pesado en comparación al resto de teléfonos de la misma gama pero demonios, cuando abre sus controles juega en otra liga. La experiencia de juego es de lo mejorcito que podemos encontrar si os gusta pensar que vuestro teléfono es una consola de las de toda la vida.
Luego están los otros, los que creen que hay que diseñar juegos que realmente aprovechen las capacidades del teléfono en lugar de intentar adaptarse a los botones y a la cruceta de siempre, esos claro está no le verán la gracia a este Xperia Play que apuesta por todo lo contrario.
Buena pantalla, aunque un poco corta de brillo pero nada grave y un interior actual acorde a las prestaciones de los smartphones de gama media alta a día de hoy. ¿Podría haber sido mejor? Es el primer acercamiento de Sony Ericsson a este concepto de fusión y ya sabéis que los teléfonos tienen una vida útil más pequeña que la de las consolas. Seguro que el segundo modelo arregla muchos de los puntos débiles que hemos visto hoy.
En la segunda parte del análisis veremos cómo se comporta con los mandos desplegados y dándolo todo en lo que mejor sabe hacer, los videojuegos. Ya os adelanto que ahí da todo lo que se espera de él, sin duda.
El teléfono ha sido cedido para la prueba por parte de Sony Ericsson. Puedes consultar nuestra política de relaciones con empresas
Recuperamos la sección de los retroanálisis en Vidaextra, y lo hacemos con ‘The King of Dragons’, uno de los múltiples beat’em up que se sacó de la manga Capcom a principios de lo noventa. Algo por lo que destacó, sin duda, junto con Konami y SEGA. Un género que ha pasado por un hiato pronunciado con la entrada de las 3D, pero que en esta generación está viviendo un poco su segunda juventud gracias a los videojuegos en formato descargable y los recopilatorios.
Éste, sin ir más lejos, a pesar de ser originario de Arcades, podemos encontrarlo en distintos recopilatorios para PS2, Xbox y PSP, siendo esta última versión la que he jugado para recordarlo, siendo una conversión píxel perfect ideal para llevar de viaje a cualquier parte. Y es que pese a estar ante un videojuego de 1991 puede presumir de haber aguantado bastante bien el paso de los años, pero en parte esto tiene fácil explicación. Fue, en cierta manera, un poco adelantado a su tiempo.
¿Por qué digo esto? Porque se podría considerar el precursor de los ‘Dungeons & Dragons: Tower of Doom’ y ‘Dungeons & Dragons: Shadow Over Mystara’, también de la propia Capcom. Sin ‘The King of Dragons’ probablemente no habrían existido, y esto hasta se podría resumir en una simple imagen. ¿Os resulta familiar?
Las clases a elegir en The King of Dragons
Efectivamente, ‘The King of Dragons’ se alejó de la vertiente típica en aquella época de los beat’em up y nos puso en bandeja un plantel de luchadores variado y con una mínima pizca de componente rolero. Así teníamos varios estilos diferenciados: tanto el luchador como el clérigo y el enano eran muy buenos en el ataque cuerpo a cuerpo, y además contaban con un escudo para cubrirse de los ataques enemigos, mientras que el arquero y el mago preferían mantener las distancias debido a su poca resistencia, compensada por ese amplio radio de acción.
Esto, que ya de entrada era todo un puntazo, se vio aderezado con la posibilidad de mejorar las estadísticas de cada personaje. Pero de manera muy simple. Según fuésemos eliminando enemigos y consiguiendo dinero subiríamos de nivel, con lo que aumentaba nuestra barra de salud, y también podíamos mejorar nuestras armas, al igual que el escudo. Pero una cosa que sorprende, teniendo en cuenta de que se trata de un videojuego de principios de los noventa, es que los personajes irán cambiando el aspecto de sus armas cuanto más nivel tengan. Algo que en cierto modo siguió en ‘Knights of the Round’, también de la propia Capcom y que salió pocos meses después. Aunque ahí teníamos tres personajes seleccionables frente a los cinco del ‘The King of Dragons’. Eso sí, en ambos el máximo número de jugadores por partida es de tres, siendo sin duda otro de sus alicientes.
Compartir una partida con otras dos personas más y teniendo en cuenta que cada uno tiene un rol distinto hace que gane muchos enteros. Uno puede hacer del típico tanque (por ejemplo el luchador o el clérigo), mientras otro le ayuda con las flechas del arquero, por ejemplo. Además que los beat’em up siempre han sido más divertidos en compañía. Eso lo sabemos todos.
Bien, bien, pero ¿y de control qué tal?
A pesar de su ligero componente rolero, ‘The King of Dragons’ cuentra con un control muy simple. Tenemos un botón de ataque con el que podremos hacer un único ataque estando en el suelo, y otro en el aire, y un botón de salto, obviamente. Al pulsar dos usaremos una magia, y ésta nos restará un poco de vida. Lo llamativo viene con los escudos del luchador, el clérigo y el enano, ya que para cubrirnos tendremos que darle la espalda al enemigo en un momento determinado. A veces nos saldrá sin querer, pero aún así es una técnica no tan sencilla de realizar contra ciertos enemigos. A mi modo de ver habría estado mejor un tercer botón para ello, aunque claro… hablamos de un videojuego de principios de los noventa. No se podía tener todo. Más fácil, eso sí, nos será cortar las flechas de los enemigos con un ataque. Aunque se echa en falta un movimiento para correr. Tampoco es que resulte tan lento el movimiento de los cinco personajes, pero le habría dado más dinamismo.
Ya si queremos efectividad máxima, tendremos que usar sabiamente las distintas esferas mágicas que nos encontraremos en cada zona. Al descubrirlas en cofres o por medio del enemigo, éstas levitarán sobre una zona concreta, y si nos acercamos a ellas podremos hacer que avancen o retrocedan. Por si queremos conservarlas para cuando vengan más enemigos. Aunque no podremos demorar su uso, que después desaparecerán. Sus efectos siempre serán devastadores contra los enemigos normales: tormenta, fuego, ataque de meteoritos o transformación en ranas. No habrá casi ningún enemigo que se resista.
Y ya que hablo de los enemigos, ¿cómo comienza la historia en ‘The King of Dragons’? Pues de manera muy simple: una ciudad está en peligro por un dragón rojo (Gildiss) y nosotros tenemos que hacer que todo vuelva a la normalidad. Básicamente así comienza.
Nos encontraremos contra los típicos en estos casos: orcos, esqueletos, babosas, hombres lobo, lagartos, momias, arpías… Todos, además, sufrirán de uno de los males endémicos de los beat’em up, el de los distintos colores para hacernos ver que cuando vemos al mismo enemigo, pero de otro color, es más fuerte. Pero al ser algo que pasa en casi todos, no es tan criticable. Lo que no es tan de recibo es que en las 16 fases de las que consta el juego veamos jefes finales repetidos. Algunos minotauros, dragones y cíclopes los veremos varias veces, y lo que es peor, incluso nuevamente como semi bosses. Aún así veremos algunos interesantes que no se repetirán, como la siempre socorrida pero atrayente hydra (imagen inferior), o el inevitable dragón rojo. Pero también nos las veremos contra enemigos de carne y hueso, como varios caballeros o magos.
Un aspecto que me ha llamado especialmente la atención respecto a los jefes es que no tendremos que darles necesariamente dentro de su mismo plano horizontal, pudiendo dañarles unas pocas líneas por encima o por debajo. Esto hace que podamos esquivarlos de manera más sencilla al no entrar dentro de su radio de acción, pero a pesar de ello con algunos nos será inevitable continuar para poder eliminarlos, que ya sabemos cómo son algunos beat’em up para estos casos. A la mínima… ¡choff!
Otro detalle que me ha llamado la atención ha sido el tema de selección de personajes. Al empezar la partida todo parece normal, pero tras pasar una zona se nos volverá a pedir que escojamos personaje, por si preferimos cambiar para una determinada zona. Además todos irán subiendo su experiencia según avancemos. Aunque lo curioso es que ya en una zona, si nos matan, no podremos cambiar de personaje hasta que la pasemos. Un poco al revés de lo que viene siendo habitual en el género.
No me quiero olvidar antes de terminar este retroanálisis ese pequeño guiño, tal vez, del ladrón. Aparecerá en momentos puntuales, y posiblemente nos sea inevitable recordar la escena de los gnomos del ‘Golden Axe’, sólo que aquí no obtendremos comida o pociones de magia, sino dinero.
En resumen: ¿ha aguantado bien el paso del tiempo?
Pues ciertamente sí. Gráficamente sigue siendo resultón, los escenarios son variados, y aunque tenga una variedad de movimientos muy escasa la compensa con ese pequeño toque rolero, esos cinco personajes a elegir y su modo multijugador para tres personas. Además que sin ‘The King of Dragons’ no habríamos visto otras joyas de Capcom. Incluso tampoco estaríamos hablando hoy en día del preciosista ‘Dragon’s Crown’ de Vanillaware. Poca broma.
Vídeo | Youtube
Fuente vidaextra.com
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